domingo, 24 de octubre de 2010

Yoani Sánchez y los médicos desertores atrapados en diferentes orillas.


1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.
Si en Cuba como dicen los Fidelistas “no se violan los derechos humanos”. Yo me pregunto:
 —¿Por qué a Yoani, no la dejan salir al extranjero?¿Cual es el miedo que le tienen a su menudo cuerpo en la otra orilla? ¿Será que el problema está en: su voz, su comunicación, sus artículos, su inteligencia sagaz  contra la violación de las libertades individuales y los derechos humanos en la Cuba de hoy?
En igual y contraria situación están los médicos, enfermeros y personal de la salud que desertamos y decidimos tomar riendas de nuestras propias vidas, zafándonos de las cadenas que nos convirtieron en esclavos modernos, para expresar nuestra libertad.
Aquí en la otra orilla y con fuertes desarraigos y sentimiento de destierro, vivimos muchos médicos cubanos que tenemos prohibido visitar tú orilla Yoani, de donde a ti no te dejan salir. Muchos médicos nunca pudieron ver a su madre enferma antes de morir porque Cuba les denegó el permiso de entrada. Yo pregunto nuevamente:
 —¿A qué le temen los segurosos del gobierno de Cuba, si nosotros vamos a Cuba a visitar nuestras familias? ¿Cual sería el problema que ellos temen de vernos de vuelta en ese estrecho caimán?
A ti no te dejan salir y a nosotros los médicos desertores, no nos dejan entran. ¿Será porque ya suman más de 6 000 en los último 4 años solamente en EUA? Extraña conducta paranoica se vislumbra tras esas decisiones. Por ejemplo cubanos contrarrevolucionarios que estuvieron presos en Cuba los dejan regresar a Cuba y en cambio a nosotros que lo único que hicimos fue romper nuestras cadenas y tú que lo único que haces es decir la verdad, nos castigan sin permitirnos cruzar las orillas.
Yoani, te exhorto en continuar en la lucha por salir de esa orilla y nosotros en luchar por volver a tu orilla, aunque por ahora nos castiguen amarrados a distintas orillas, un día el mar se abrirá y estas dos orillas e unirán. Por eso cada vez estoy más segura que la intensidad del castigo rojo es proporcional al sentido humano de que estamos en el camino correcto.

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