jueves, 24 de marzo de 2011

“Poner en tratamiento al menor de edad”

Llegaron a EE UU por el parole americano, eran médicos en Venezuela en la peor de las condiciones laborales, juntos en la vida y en la profesión escaparon por Colombia hasta Miami, e inmediatamente hicieron la reclamación legal al gobierno de Cuba de sus dos niños, y las visas de entrada a los EE UU se otorgaron de inmediato.
Ya pasaron más de tres años, reclamaron a todo ser humano que con buen sentido de los valores espirituales les ayudaron económicamente para llegar a Ginebra y hacer una denuncia formal ante la comisión Internacional de los Derechos Humanos, quien dictó una sanción contra Cuba ¿y qué hizo Cuba?  Incremento su represión ante los hijos de los médicos desertores ahora NO puede salir ninguno.
Los días, las semanas y los meses pasan, y nadie sabe cuando se levantará el castigo a una familia que decidió hacer su vida lejos de la doctrina del comunismo y se encontraron con la realidad de que el gobierno de los Castros si no te puede controlar entonces te castiga, tanto a ti como a tu familia, en conclusión siempre te castigan, si un médico pidió dentro de Cuba la salida del país le tocan de 5 a 8 años de castigos, y si escapa del castigo por desertar en una colaboración, entonces  le aplican a la familia el castigo y en particular a los menores de edad, quienes permanecen condenados a vivir lejos de sus padres por tiempo indefinido.
Frente a inmigración te puedes cansar de preguntar ¿Por qué no dejan salir a los menores de edad para reunirse a sus padres? Inmigración, la única respuesta que da, (bien aprendida, y repetitiva) es: Todavía no ha llegado el permiso de salida.
A este gobierno no le importan los riesgos que sufren los menores de edad, ni el calvario sicológico de la separación. Al gobierno y a sus esbirros, solo les importa, dar una lección de escarmiento ejemplificante al resto de la comunidad médica cubana que consiste en “poner en tratamiento al menor de edad” (copia textual de la jerga usada por sus segurosos), cuyo objetivo esta dirigido al resto de los médicos que en situaciones similares osen intentar salirse del control de los Castros, aprendan bien la lección acerca del tipo de castigo que les espera.
Para los médicos cubanos la maldición castrista nos persigue más allá del territorio nacional, del tiempo y del espacio.

Dedicado al silencio criminal de los dos mil niños castigados en Cuba.


Una amiga doctora cubana, desertora de una colaboración medica, llora por un lado del teléfono, al otro lado la voz de una niña suplica:
— ¿Mamá, cuando me voy a vivir contigo?   —mi amiga responde con el llanto.
Lleva cuatro años en el exilio y reclamó a su hija recién llegada. La embajada del país donde reside desde hace tres años y 8 meses le aprobó a la niña la visa para reunificarse con su madre y desde entonces la abuela y la tía, van cada 15 días a la oficina de inmigración de su municipio en Guantánamo, a preguntar :
—Por favor, ¿hasta cuándo tendremos que esperar para que le den el permiso de salida a la niña para reunirse con su madre?  —la oficial responde con cara de perro rabioso:
—Mi vieja ya le he dicho mil veces, que eso depende de la oficina central de inmigración, que está en Miramar, es de “arriba” de la dirección superior del gobierno (Raúl Castro), quien aprueba el permiso de salida. Señora   yo le aconsejo que lleve a la niña a un psiquiatra, para que le haga un papelón diciendo que “la niña está loca” por estar lejos de su madre y me lo trae a ver si allá “arriba” se conmueven. ¡A!, y no vuelva más por aquí hasta dentro de tres meses, por favor   —a los tres meses le informaron de “arriba”, que le denegaban definitivamente el permiso a la niña.
La niña tenía 4 cuatros años cuando vio por última vez a sus padres. A mi amiga no se le puede hablar del tema pues rompe a llorar, los castigos silentes del gobierno de Raúl Castro, demuestran que las verdaderas entrañas de la campaña de rescatar a Elián, el famoso niño balsero no fue más que una falacia arquitectónica para reafirmar su mascara roja.
Hace cinco años, dos mil menores de edad esperan sin consuelo, que de “arriba” le den el permiso para vivir con sus padres desertores, dos mil caritas inocentes, que aclaman su derecho humano de estar junto a sus padres, se exhiben en un mural en el Vaticano.  
Yo me pregunto: ¿De qué lado está la Comisión Internacional de Derechos Humanos que tiene a Cuba como miembro de su presidencidencia?